jueves, 27 de octubre de 2011

Hacia la ciencia experimental

Estas críticas conceptuales empiristas de la ciencia no deben hacernos olvidar que la ciencia, tal y como la entendemos hoy en día, es, ante todo, la ciencia experimental.


Ahora bien, un experimento es todo lo contrario de una experiencia espontánea volcada sobre la realidad. En un experimento hay, en realidad, mucha teoría. En el laboratorio las cosas no se ven con los ojos, ni se tocan con las manos: se ven a través de instrumentos científicos que lo como los ojos y las manos de la teoría.


Por ello mismo, el carácter experimental de la ciencia moderna no debe hacernos olvidar su naturaleza matemática. La ciencia habla en lenguaje matemático. Así ocurre con la física, la ciencia más desarrolladas entre las ciencias positivas. Pero, en realidad, toda ciencia aspira a la matematización.


La ciencia moderna es por una parte teórica y por otra parte experimental. Por una parte se vincula con las matemáticas, por otra, con el mundo de la experiencia.

Certeza sensible y verdad

La primera figura de la conciencia en la Fenomenología es la conciencia espontánea, lo que podríamos llamar ''certeza sensible'' o la ''opinión''.


La certeza sensible se pretende la más concreta y la más rica, porque, al no estar aún mediatizada por ninguna elaboración conceptual, pretende estar a la cosa misma, sin perder de ella ni un solo de sus aspectos, de sus detalles, de sus determinaciones más insignificantes.


Si digo que ''esto es un mesa'', por ejemplo, en el concepto de mesa, estoy sacrificando una multitud de aspectos de la realidad.
La única manera de no perder nada de lo real es señalarlo en su absoluta individualidad: ''esto'', ''esto, aquí y ahora'', '' esto, aquí, ahora, es''.


Así pues, la conciencia, persiguiendo aislar la riqueza inabarcable de la relalidad más concreta, hasta lograr, supuestamente, aislar hasta la última mota de polvo sin confundirla con las demás.
La certeza sensible pretende estar nombrando lo más concreto, pero en realidad está nombrando constantemente una totalidad indiferenciada: el ser, el puro ser.


El ''puro ser'', el ''ser en general'', ese ser que no alcanza a ser ni esto ni lo de más allá, es -claro está- un concepto superabstracto.


Así, resulta que la conciencia sensible, sin darse cuenta, ha ido a parar al punto de partida de una de las obras más difíciles de la historia de la metafísica.


La certeza sensible, nos dice Hegel, se pretendía la más rica, y es, en realidad, la más pobre; se pretendía la más concreta, y es, en realidad la más abstracta.

martes, 25 de octubre de 2011

Inmediatez de lo abstracto y dificultad de lo real

Hegel se burlaba de sus contemporáneos románticos, que clamaban por el absoluto y despreciaban la expreciencia terrenal. ¡Como si lo terrenal viniera regalado y las alturas celestiales de lo absoluto fueran lo más dificil! 


-La experiencia no es de ninguna manera lo primero y lo más inmediato; para     la historia de la ciencia ha sido, más bien, una ardua conquista renancentista, en la que el espíritu ha invertido todos sus esfuerzos.



La opinión habla ''de todo y de nada'' porque nunca se sabe de qué habla en realidad.


La ciencia habla de las cosas concretas. El patrimonio de la opinión, en cambio, es el Todo, el Absoluto; pero un Todo que es todo a fuerza de impotencia, a fuerza de no lograr ser nada concreto.



-La ciencia habla siempre exactamente de lo que habla, y de nada más.
La opinión, en cambio, pretende estar hablando de esto y en seguida empieza a hablar de lo otro.
Se desliza de tema en tema sin saber por qué.


Al ser humano lo que le falta o es una nueva religión que lo eleve, sino una ciencia que le haga descender a la tierra, que le obligue a hacerse cargo políticamente de las cosas que ocurren ahí.
Un Absoluto que es ''la noche en la que todos los gatos son pados'' es un Absoluto que viene de sutyo con la ignorancia y la estupidez. Si se trata de contemplar todo reunido en una unidad indiferenciada que te haga ''sentir la divinidad'' no hará falta buscar muy lejos. Lo que prometen es volver a la ignorancia y a la estupidez, hata que la noche sea completamente oscura y ya no haya ni siquiera gatos.
La filosofía, dice Hegel ''debe guardarse de ser edificante'', debe mostrarnos el camino de la ciencia.

De lo abstracto a lo concreto.

El pensamiento científico no camino de lo concreto a lo abstracto, sino de lo abstracto a lo concreto.
Se suele pensar que en la calle, los bares, los taxis, en los teledebates del corazón se dicen cosas muy concretas y que en cambio en la ciudad universitaria, en la academia, etc. se dicen cosas muy abstractas. Al menos Sócrates, Descartes, Galileo, Kant, Hegel y Marx estaban convencidos de lo contrario. Cuando la conciencia vive las cosas ''a ras de tierra'', poniendo en juego certezas puramente sensibles, en contacto con toda la inabarcable riqueza de la realidad, es como si estuviera navegando en un océano de abstracciones.




Lo primero que de forma espontánea se le ofrece a la conciencia es un ''macizo ideológico'' según lo llamó Althusser. La ciencia parte de este tejido ideológico de la conciencia común.
Trabaja en la abstracción en aras de la precisión. Las abstracciones ideológicas de la conciencia espontánea, son abstractas a fuerza de indefinición. Mientras la ciencia camina hacia lo concreto, la conciencia se hunde tanto más en el marasmo de la abstracción cuanto más se le solicita que diga algo concreto.


Positivismo
Es la postura filosófica que pretende poder acceder al conocimiento a partir de los hechos concretos, lo efectivo, lo real, ''lo positivo''.
Tiende a ignorar la necesidad de construcciones teóricas previas para que los hechos mismos se nos puedan dar como ''hechos'' definidos y concretos.


Los datos empíricos y las abstracciones conceptuales.

El conocimiento y la ciencia no pueden proceder a partir de la observación de los datos empíricos, para ir formando luego conceptos cada vez más abstractos.
Pretender que la percepción inmediata es más concreta que la mediada por infinitas discusiones académicas es tan absurdo que pensar que ver un ''bicho'' es algo más concreto que ver un ''artrópodo miriápodo''.

Las certezas sensibles son, en realidad, el nivel de las peores abstracciones, pues se trata de abstracciones incontroladas, inconscientes y confusas.

Normalmente, lo que la gente llama un vistazo espontáneo sobre la realidad está atiborrado de construcciones mentales incontroladas.

La sensibilidad y los conceptos.

Una de las cosas que mejor caracterizan a la caverna es la confianza infinita en lo que muestran los ojos.
Así, parece evidente que las ideas son siempre una especie de ensoñaciones con las que podemos hacernos un lío y engañarnos a nosotros mismos, que por el contrario, los ojos son la auténtica garantía de realidad.

El problema es que solo podemos ver a través de las ideas, y por lo tanto la alternativa real no es fantasear con las ideas o bien ver las cosas mismas, sino ver a través de ideas bien construidas o ver a través de ideas deficientes que hemos asumido, de la tradición y de la costumbre.

El mundo, nos aporta a través de los sentidos un montón de colores, luces, ruidos etc, pero no nos da ya organizado qué es lo que vemos en ese batiburrillo de sensaciones.

Para poder ver cosas no basta con el batiburrillo de luces, colores y formas que nos proporcionan los sentidos, sino que necesitamos conceptos con los que organizar esas sensaciones y decir qué es eso que hemos visto.


''No cabe duda de que los prisioneros no considerarían real ninguna otra cosa que las sombras de los objetos fabricados.''

                                                               Platón.